15 diciembre 2015

Impaciente

iO


Crees que soy tuya porque me has domesticado. Me entrego pero nunca seré para ti del todo, porque tú no me conociste cuando tenía los ojos llenos de sol; cuando amé con una fuerza que levantaba cielos y odié con la furia que rasgaba sus cimientos. Cuando todo era de verdad todo, y ni un latido menos. Cuando no tenía miedos más allá del no sentir, y una canción era un yonqui ansioso capaz de asaltarme con una navaja en busca de más emoción. Cuando sólo había un camino, bordeando el abismo, el que no haría nadie más, y no sacaba las manos para hacer equilibrio: siempre estaban ocupadas sujetándome algún fragmento del corazón que amenazaba con despeñarse por el barranco de la cordura para no verme más, como quien salta, presa del pánico, de un tren a demasiada velocidad. Cuando rezaba a mis demonios cada día y me escuchaban sin falta. Cuando había ojos que no llamaban nunca a la puerta y se colaban entre ráfagas de vacío, rozando sólo su humedad un suelo yermo que no tenía bastante para empaparse jamás. Cuando dejaba que los recuerdos me soplaran dentro y elevaran todo lo bueno y todo lo malo cada vez, para volver a dejarlo caer después. Por eso ya no podrán lloverme hasta inundarme la razón, hacerme más feliz que nunca, colocarme en la pared como un trofeo, escupirme en lo profundo del corazón. Fue tarde desde muy pronto para calar en mi yo.
 )(

5 comentarios:

Óscar Sejas dijo...

Creía haber dejado un comentario por aquí pero veo que no, el caso es que he vuelto a leer y otra vez se me ha encogido un poquito el estómago con la fuerza de tantas emociones.

La primera frase es de esas que golpean "crees que soy tuya porque me has domesticado", de esas que dejan pensando un buen rato...

Y sólo te puedo decir una cosa, que no te domen nunca porque bendita sea tu fuerza.

Salud.

Silvia Silvam dijo...

No te equivocabas Óscar. Publiqué el texto en mi otro blog, donde me dejaste un comentario que me encantó. Este otro blog lo comparto con la persona que ha ilustrado tan hermosamente la palabra sobre la que yo he escrito: Impaciente.
La fuerza es mi motor, a ella me encomiendo aunque a veces me pase de frenada. El impulso me hace sentir viva.

pixel dijo...

La primera frase me ha recordado el libro del principito que habla de la domesticación en el pasaje con el zorro.
La domesticación tiene el peligro que crear una enorme dependencia de otra persona y nos guste o no, no todo es para siempre. Cuando algo termina, toca la manera de salir y no es fácil y cuando se consigue, las "historias" siguientes no son las mismas.

La entrega en otra relación creo que no es con la misma intensidad que la primera, en fin, siempre se ha dicho que como el primer amor... No hay nada que se le parezca.

Un poema con bastante profundidad. Expresas esos sentimientos de una manera original que nunca he leído nada que se le parezca.

Un saludo

Silvia Silvam dijo...

Creo que es sano y hermoso mantener siempre algo salvaje en nosotros, ajeno a cualquier posibilidad de ser domesticado, adrede o por el propio discurrir de las cosas, para hacer la existencia más cómoda con respecto a según quién... Un resquicio al menos donde podamos mirarnos por dentro y reconocernos. Siempre quedará abierta una puerta a que alguien más pueda reconocerlo y amarnos por él, sin necesidad de traicionar lo que somos.

pixel dijo...

"Un resquicio al menos donde podamos mirarnos por dentro y reconocernos" Me quedo con esa frase y no me la tatuo porque no soy de tatuajes, pero es una lección, voy a llamarlo así, que no debo ni quiero olvidarlo. Necesito tenerla muy presente.
Gracias!