03 noviembre 2015

Inmensa

Mi madre quiere a una hija que cree que era yo. Mi paz está a 300 kilómetros de mi casa. A diario viajo con seres sin rostro que tampoco me ven. El amor que está prohibido entre semana, entra a presión en una maleta que paseo el viernes y que me arrastra los domingos por la tarde. Los altibajos siguen molando, pero provocan costuras que casi exceden ya el tamaño de la ropa. Nada es igual cuando los ojos de las personas que sabían tu alma de memoria, miran hacia otra parte. No hay tiempo para hojas marrones crujientes y nuevas, sólo se aplastan sin reparar las que pisaron antes miles de pies, mojadas por el sudor de su ir y venir. El miedo cuando has acertado todas las cartas y llega la próxima, crece tan rápido como nunca lo hizo la confianza. Es odioso pensar que quizá queden tan pocas cosas nuevas, realmente sin estrenar. Las pisadas que reprimes arriba y abajo mientras sospechas que no vendrá el último tren. La ira que estira las entrañas que no recordaban su último paso, y deforma tu cara con diez años más. Los gritos que callas y las sonrisas que te guardas para una ocasión mejor, que después sonríe a otro. El segundo de más que tarda en llegar la réplica exacta. La desdicha, la belleza, la sorpresa, los cuerpos marchitos de todas las edades, la falta de piedad. La lluvia que adoras en casa y maldices en la acera. Los sueños que se cortan cuando aún no han salido los protagonistas. Las cosas tiradas de cualquier manera. Dejar de ser bonito al segundo día. Olvidar quién eres cuando te comportas. Justificar mentiras cuyo sentido no recuerdas. Enfadarte por cosas que no te importan. Respirar poco, reciclar los suspiros de la basura. Desconectar. Recuperar. Alivio. Tortura. Vida. INMENSA.
)(


iO

2 comentarios:

pixel dijo...

No siempre podemos comportamos como somos. Según dónde te encuentres y con quien estés. No debería ser así, aunque sentirse cómodo con todo el mundo es difícil y como no sabes si van a reaccionar mal o bien...

Cualquiera corre el riesgo.

Ciertos comportamientos o formas de persona son más castigados que otros por la sociedad, el entorno.

"Ciertos" Y ¿por qué? Es injusto y cruel.

Hay mucha hipocresía cuando se dice que la diversidad enriquece, a la hora de la verdad lo que se busca es la homogeneidad.

Parece que ante la más mínima diferencia ya no sabemos como gestionarlo, como si fuera un ataque que seguramente no sea así.

Si aprendiéramos a gestionar las diferencias de los demás se podría hablar de que efectivamente aceptamos la diversidad.

Un saludo

Silvia Silvam dijo...

Estoy de acuerdo en que se busca la homogeneidad y se ataca la diversidad. Quizá se consiente dentro de unos parámetros muy bien definidos, integrados en determinados tópicos que no acarrea mucho riesgo real aceptar. Es diferente cuando se trata de una diversidad que hace plantearse cosas a un nivel más profundo, que no todo el mundo quiere abordar...plantearse cosas en ese nivel es incómodo, e incluso terrorífico según para quien...a esas opciones es a las que con más saña se ataca.
Al final, supongo que el complicado equilibrio entre la fidelidad a uno mismo, y la inteligencia de saber con quién no sirve querer compartir, puede labrar un camino más llevadero por el que transitar. Somos personas a quienes duelen los ataques injustos, pero también duele dejar evaporar esencias que valen la pena.