18 abril 2011

Colisión


Un segundo, una gota en el tiempo. Se dejan caer a veces sin orden, sin sentido, sin objetivo, unos sobre otros de cualquier manera. Otras veces, por el contrario, uno solo cristaliza en una forma caprichosa modelando tu interior, irreversiblemente.

La distancia. No se mide igual cuando se vive, cuando se muere, cuando se huye, cuando se clama con o sin esperanzas por un beso, por el último de muchos, por el primero de ninguno… A tu lado nunca fue un concepto cierto, definitivo… Con un paso se recorren años luz, y la distancia se doblega, como un enemigo vencido. Tus palabras curvaban la realidad como un espejo que, ora te acercaba, ora te alejaba de mí.

Todo empezó a temblar a la sombra del eco de tu mirada, la sentía avanzar dentro de mí, abriéndose paso, sin seguir caminos… Enormes rascacielos de sueños se venían abajo entre montañas que emergían del magma salvaje de sentimientos que, de repente, quedaban al descubierto rasgando mis órganos hasta la piel. Mi orden carece de sentido si no responde a tu orden. El poder que emanan tus ojos arrasa hermoso y brutal, sin conciencia de sí mismo y por ello puede aún más. La sensación de vértigo me invade, pero no quiero abandonar ahora que he entrado, brevemente, en tu camino. El choque se acerca, no puedo evitarlo. La fuerza parece levantarme del suelo. Se me olvida respirar, y al hacerlo de nuevo inhalo una gran bocanada de dolor. Cruzo los brazos sobre mis ojos pero ya es inevitable… la colisión con el fondo de los tuyos me destroza, la certeza de la palabra imposible pasa a través de mí impregnando cada célula de un dolor infinito.
Quise llegar al paraíso demasiado deprisa, pero en la fórmula perfecta algo ha fallado… la velocidad es igual al espacio partido de tiempo, toda la vida nos lo explicaron. Quizá es el destino el cuarto y definitivo componente. El que siempre queda fuera. El que nunca se plantea si es correcto. Y la nueva ecuación queda sobre la mesa irresoluble cada tarde de lluvia, cuando algunas cicatrices duelen tanto.
) (



un cerrar de ojos. en medio del mareo se acumulan imágenes de otra vida. se suceden aunque no pertenezcan a la misma. el cerebro parece tomarse la libertad de modificar lo que haga falta con tal de hacer su película. los restos de la colisión que se convierten en nave. la chica que se diluye en el viento mientras se gira a mirarla. quiero pararlo, cerrar los ojos y dejar de ver. ya lo estaban. los abro, pero nada. se hace incluso más real.
iO


2 comentarios:

pixel dijo...

Velocidad igual a espacio partido por el tiempo, una y otra vez que nos repetían la dichosa formulita pero que yo he recordado ahora con tu entrada.

La olvidé o simplemente no me he molestado en pensar en ella, ni en ella ni en otras. Según el interés que se tenga hay conceptos que efectivamente quedan grabados a fuego y otros que no, por mucho que el docente se empeñe en grabar a fuego, si el receptor solo desea pasar a otra cosa, a otra etapa, ese mensaje no se graba, o si lo hace no es duradero.

En cambio, Piedad sí lo consigue. Sí ha conseguido grabar ciertas cosas en mi materia gris. Ha costado pero aunque no se vean, están ahí. Grabadas a fuego como a ella le gusta.

Me he ido por los cerros de Úbeda, lo sé. Me pasa muy a menudo.

Una relación que tiene un poder de atracción muy fuerte puede acabar en un choque tan fuerte que lo destroce todo.

Hay atracciones y atracciones fatales, creo que por muchas ganas y ansias de querer tener una unión perfecta, hay que tomárselo con calma y disfrutar poco a poco.

Fácil escribirlo, difícil cumplirlo, pues a veces nos impulsamos con tantas ganas que frenar de repente nos puede lanzar al vacío y hacernos daño y si chocamos el dolor no va a ser menor.

Sin prisa pero sin pausa. Una velocidad constante, con algún que otro acelerón, procurando volver a "K" ¿Ese es el truco? Puede, pero qué complicado. La física nunca fue lo mío.

Un beso

Silvia Silvam dijo...

He de decir que me encanta este comentario!! Es verdad que la física tampoco fue nunca lo mío...de hecho, salta a la vista con este texto, donde las leyes de la física son absolutamente destrozadas...no en el exterior, pero sí en el interior de alguien que, sólo con la cercanía de otro alguien, siente cómo todo salta de su resorte, arrasado por esa atracción, por esa presencia inconsciente de su efecto... Las emociones pueden descolocar todo, poner a prueba todo lo conocido, y esa es su magia y su riesgo. No hay red que proteja de este golpe, de esta caída.
La constante "K" es lo único seguro de cualquier ecuación, pero sin impulsos estaríamos muertos...en sentido literal y figurado ;) Al final los impulsos son energía, y sabemos que ésta ni se crea ni se destruye... a veces toca dejarse llevar.

Un abrazo!